domingo, 19 de abril de 2009

La Argentina no silenciosa

PEQUEÑOS PERSONAJES DE UN PAIS DE MEMORIA FRAGIL. En nuestra sociedad, como en todas, conviven personas de distintas calidades humanas, independientemente de su pertenencia a grupo, sector o clase social. Pero hay algunas características de la nuestra acerca de las cuáles existe cierto consenso (la facilidad de olvidar el pasado y la ausencia de sanciones sociales que penen conductas dañinas), y que permiten, y probablemente fomenten, la existencia de “pequeños personajes” como los aquí referidos. Decimos pequeños personajes para distinguirlos de los ciudadanos comunes que, haciendo su trabajo en forma honrada y rutinaria, evidencian la existencia de la nación, y de los personajes destacables que, entregando generosamente un parte de su vida a la cuestión pública, con sus ideas, sus acciones, su honradez, conducta de apertura y dialogo nos hacen un bien, y significan una esperanza de que las cosas pueden mejorar. Para tomar un ejemplo de actualidad, Raúl Alfonsín sin duda podría ser fácilmente ubicado en esta última categoría.
Esta perspectiva nos puede permitir observar un episodio en el cual quizás podemos apreciar la existencia y persistencia de estos pequeños personajes. Ocho de los catorce ex Secretarios de Energía de la Nación desde el advenimiento de la democracia en 1983, le han solicitado, mediante una carta, una audiencia a la Presidenta, con el objetivo de explicarle su visión acerca de las medidas necesarias para mejorar el funcionamiento del sector energético argentino. Uno, enseguida, podría pensar: qué bueno que alguien diga a las autoridades las cosas que hay que hacer para que el país solucione uno de los graves problemas que tiene. Sin embargo, al recorrer la lista de los firmantes rápidamente sufre una desilusión. La mayoría de ellos, sino todos, fueron actores pasivos, sino activos, del deterioro progresivo del sector energético argentino. Casi con certeza, ninguno de ellos podría “tirar la primera piedra” porque esté libre de culpa. Alguno ni siquiera llegó a estar un mes en el cargo. Eso sí, parece que todos ellos tienen hoy algo en común, justo en este momento; el sentimiento de que poseen una verdad que merece y debe ser conocida por la Presidenta y por el país entero; y, seguramente no descartan, por el exterior.
Uno también podría pensar que estos personajes vienen reuniendo, y financiando de sus bolsillos desde hace tiempo, equipos técnicos que estudian nuestra realidad energética en forma sistemática, y producen fundados documentos acerca de ella y de su futuro. Sin embargo, conociendo un poco el sector y su historia, pronto nos damos cuenta que estos personajes, de frágil memoria, no han producido, ni individualmente ni en conjunto, ningún trabajo valioso sobre la situación actual y futura de la energía en la Argentina. Algunos han afirmado, sin demostrar como la importancia del asunto amerita, cosas que el sentido común sugiere; y, además, cuándo nos detenemos un instante a recordar, con buena memoria, el pasado de algunos de ellos, pronto podemos advertir que cuándo estuvieron en el ejercicio del cargo hicieron, en muchos casos, lo contrario de lo que ahora pretender enseñar.
No todos tenemos ni queremos tener frágil memoria. Esperemos que estos pequeños hombres recapaciten íntimamente, y sería mucho más saludable públicamente, sobre sus propios errores; seguramente se harán asimismo, y al país entero, un bien más importante que el que podrían hacer diciendo ahora públicamente –y si es posible ante las cámaras de TV- cómo se deben solucionar los problemas que, en su momento, ellos no supieron, no pudieron o no quisieron solucionar.
Alguien que lea estas líneas a la ligera podrá pensar que con lo expresado se argumenta a favor del gobierno. Al que piense así le digo que no se trata de estar a favor o en contra del gobierno; en este caso esa es una cuestión de segundo orden. De lo que se trata es de evidenciar que, detrás de hechos vestidos con palabras y gestos “patrióticos”, hay debilidades más profundas que nos afectan a todos: el olvido con facilidad de hechos significativos de nuestra historia, y la ausencia de sanciones sociales para conductas que nos producen un daño.Esta reflexión apunta a hacer (me) consciente hábitos y costumbres que sería deseable cambiar, para no repetir errores del pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario